Titulo: Tentación
Palabras: 433 palabras
Notas: este drabble pertenece a la tabla “pecados capitales” del foro “Retos Ilustrados”. Quedó horrible. H-O-R-R-I-B-L-E, pero esto es lo que hay.
Ahí están, esperando por mí en el refrigerador. No son míos, lo se, pero no puedo evitar desearlos. No puedo evitar querer engullirlos hasta que no quede el más mínimo rastro de ellos. Y ella, la dueña, compartió algunos conmigo… pero aún quiero más. Saber que están ahí y que no son míos, me hace desearlos aun más.
Me deslizo de la cama, me calzo las sandalias y me dirijo a la cocina con un solo pensamiento en la mente: los chocolates de mi molesta hermana. Abro la puerta del refrigerador y los veo, justo en el centro de una de las bandejas. Y parecen refulgir para mi con una extraña luz, incitante, prometedora.
Estiro la mano para tomarlos pero me detengo a mitad de camino. No puedo tomarlos, no son míos, así que desvío mi mano de esa dirección y la dirijo a una pequeña botella de agua.
Abro la botella con desesperación, sintiéndome acalorada y nerviosa, y tomo de esta con avidez, como si el líquido en su interior pudiese calmar mi ansiedad. Cuando me canso de tomar agua, tapo la botella y la coloco contra mi frente para que el frescor de ésta me refresque. Cierro los ojos y respiro profundo, mientras apoyo mi espalda del refrigerador.
“Tómalos. Nadie se va a dar cuenta”— me dice una voz en mi cabeza— “Por lo menos toma uno” —Insiste— “Son muchos. ¿Crees que ella va a ser tan bárbara de haberlos contado antes de dejarlos ahí? Además, tú no eres la única que vive aquí. No creo que ella vaya a pensar que fuiste tu…”
La voz de mi cabeza me incita a que lo haga. Me empuja a hacerlo. Y yo no puedo detenerme cuando abro el refrigerador para poner la botella de agua en su lugar y tomo el paquete de M&M’s Peanut y saco uno.
“Solo uno”, me había prometido, pero no puedo evitar perder la cordura cuando pruebo el delicioso sabor del chocolate. Antes si quiera de darme cuenta, tengo el paquete vacío en mi mano derecha. Pero no me importa. ¡Los chocolates estaban tan deliciosos…!
Satisfecha, cierro los ojos y recuesto mi espalda del enorme y frío refrigerador, el cual se ha convertido en mi sostén esta noche, disfrutando de la sensación que produce el chocolate en mi cuerpo.
Cuando vuelvo a abrir los ojos, está mi hermana frente a mí, con los brazos cruzados, furiosa, dispuesta a regañarme y sermonearme sobre el “no tomar lo que no me pertenece”.
Hago el esfuerzo por no reír. No importa que me regañe; mi atrevimiento ha valido la pena.
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