La Premonición

Titulo: Las palabras se las lleva el viento.
Fandom: La Premonición (Original)
Claim: AnnexLuke
Palabras: 1000 palabras (según el contador de Word)
Notas: participa en el reto 73 de la comunidad Writer’s Canvas. Grupo: Pastel.
Nota 2: sólo una cosa: no estoy inspirada. Ese one-shot salió casi a la fuerza y la verdad es que no estoy conforme con el resultado. Cuando mis musas regresen de su escapada a la playa, escribiré algo medianamente bueno.



Las manos de ella enredadas en su pelo, sus cuerpos unidos, sus labios danzando al ritmo de una silenciosa canción, una canción que sólo ellos dos podían escuchar. Sus corazones latiendo al unísono, al compás de sus sentimientos por el otro.

Las manos de ella abandonaron su cabello para posarse una en su rostro y la otra en su pecho. Las de él seguían aferradas a su cintura, como si temiese caerse si la soltase; como si temiese que ella fuese a alejarse de él. Pero los suspiros de placer que se escapan de los labios de ella eran un claro indicio de que ella tampoco quería separarse, de que no había nada en el mundo que quiera hacer más que besarlo, más que estar junto a él.

Él la escuchó murmurar un te quiero cuando sus labios se separaron para tomar aire, justo cuando sus miradas se encontraron. Por un segundo se sintió realmente complacido, feliz. Como si todas las cosas buenas que había hecho por ese mundo hubiesen rendido frutos y él estuviese cosechándolos. Pero después le llegó la duda, del tipo que te carcome hasta los huesos, que te desvela, que te deja un vacío en el pecho: ¿ella en verdad lo quería?

Él lo dudaba. ¿Cómo alguien podía quererlo cuando sus padres no lo habían querido, cuando lo habían abandonado a su suerte siendo sólo un recién nacido? Ella no lo conocía en verdad. A penas habían intercambiado unas cuantas palabras en todo el tiempo que llevaban conociéndose (¿se conocían en realidad?). ¿Cómo podía ella quererlo? ¿Cómo podía hacerlo cuando sabía que él era capaz de matarla para salvar a otros?

No, ella no lo quería en verdad. Ella sólo estaba confundida. Se sentía sola, necesitada de cariño, y como se habían besado, había pensando que diciéndole eso iba a conseguir que él siguiese haciéndolo. Sí, eso era lo que pasaba.

Pero, por más que se decía eso, no lograba convencerse. Ella seguía teniendo sus brazos rodeando su cuello, con una de sus manos jugando cariñosamente con su alborotado cabello rubio. Sus cuerpos seguían juntos, muy juntos, tanto que él podía jurar que escuchaba los acelerados latidos de su corazón. Sus labios estaban entreabiertos, como si estuviese esperando que él volviese a besarla. Su respiración estaba agitada, sus mejillas sonrosadas. Y sus ojos reflejaban claramente lo que sentía (¿acaso era amor lo que veía en esa brillante mirada azul?).


— ¿Por qué tienes esa cara?—le preguntó ella, acariciando su rostro con delicadeza, sin dejar de mirarlo. — ¿Qué te preocupa?

Él no le dijo nada. Y no lo hizo porque no quisiese responderle, sino porque no sabía que decirle. No sabía qué era lo que le preocupaba. Él la quería, prácticamente la había querido desde el primer momento en el que la había visto. Entonces, ¿por qué no se lo decía? ¿Por qué tenía miedo? Pero lo mas importante, ¿a qué le tenia miedo?

—No te preocupes, Luke. Es sólo amor. No es el fin del mundo.

Ella dejó de rodearle el cuello y dio un paso hacia atrás, poniendo algo de distancia entre ellos. Él, al instante, se percató de lo frío que estaba el lugar. De lo oscuro, descuidado y tenebroso que era. Cuando la había estado besando había sentido que todo a su alrededor era calido, puro. Hermoso y brillante. Había sentido que estaba en el paraíso. Pero ahora todo era tan diferente, tan vacío. Tan carente de sentido o emoción.

Ella estiró la mano, como si fuese a acariciarle el rostro otra vez, pero se detuvo a mitad de camino. En cambio, se abrazó fuertemente a sí misma, como si tuviese frío.

—No tienes que decir nada, Luke. Tú no tienes la culpa de esto. Tu no…

Hizo una pausa en la que miró hacia otro lado. Pero él ya había visto la pena en sus ojos. Ya no había amor, ni felicidad en ellos. Sólo había pena, profunda y oscura pena.
Y es que él, con su silencio, con su vacilación, había destruido la más pequeña esperanza que ella hubiese tenido. Porque para ella, ese beso había significado todo.

Era una pequeña luz en ese callejón a oscuras en el que se había convertido su vida. Era su boleto de ida y nunca vuelta hacia un lugar mejor, más brillante, lleno color y luz. Era lo único que la iba a salvar de una existencia amarga y vacía. Pero ya no importaba. Nunca había importado porque, para él, ese beso no había significado nada. Y sus palabras de amor habían sido arrastradas por el frío viento, totalmente ignoradas por él.

Se sentía realmente mal, pero él no tenia la culpa. Él no la quería, él no sentía lo mismo por ella. Ese no era el fin del mundo. Pero sí era el fin de su mundo.

Ella se dio la vuelta, sin que le importase el hecho de que había dejado inconclusa la frase, y se dirigió hacia la salida de esa vieja habitación. Necesitaba poner muchos metros (si fuese posible, kilómetros) de distancia entre ella y Luke. Necesitaba estar en un lugar en el que no pudiese verlo, en el que no tuviese oportunidad de saber nada de él.

Y sólo había un lugar en el que podía lograr eso.

Luke no hizo ni dijo nada cuando la vio salir. ¿Qué podía hacer, de todas formas? Ellos no podían estar juntos, por más que él la quisiese, por más que él lo quisiese. Él tenía un deber que cumplir, y ese deber se interpondría en su relación una y otra vez.

Además, él no sabía nada sobre el amor. Él sólo sabía sobre este que le dolía el pecho cuando no tenia a Anne cerca y que el saber que la había lanzado a los brazos de otro hombre era algo que jamás iba a perdonarse y que lo atormentaría el resto de su existencia.

“No te preocupes, es sólo amor”. Sí, claro. Como si eso hiciese que le doliese menos.
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