La Premonición
Titulo: Jardín a la luz de la luna.
Fandom: La Premonición (original)
Claim: AnnexLuke
Palabras: 1655



La reunión había acabado hacia unos pocos minutos pero ella no se había movido del sofá en el que se había sentado. Seguía abanicándose con el pequeño y bellamente decorado abanico de mano que la Reina le había regalado, con la mirada fija en el horizonte. Pensando seriamente en cosas que no deberían estar ocupando su mente.

No debió haber regresado a ese castillo. No debió de hacerle caso a la sugerencia de su cuñada de que tenía que asistir a la reunión, de que era una buena idea y de que era necesario que saliera de casa. Sí, era cierto, en el castillo donde vivía se pasaba los días encerrada y cuando salía, lo hacía sólo para hacerle una breve visita a Edna, Cecil y Nadhia. Nada más. Nada de paseos por el Hellaven, nada de visitas a otras damas importantes, nada de dejarse ver en público para deleite de los hellavenianos.

Y nadie entendía porqué tanto encierro. Nadie podía entender sus pocas ganas de ver el mundo que había ayudado a mejorar. Pero, de todas formas, no le decían nada y la dejaban vivir tranquila, rodeada de sus queridos libros.

Pero la noche en la que el asunto de la reunión fue mencionado, Ariadnna había insistido tanto en que tenia que salir de esas cuatro paredes que no pudo evitar decirle que sí, a pesar de que se había prometido no volver a poner un pie en ese castillo durante mucho tiempo. Después de lo que había pasado (o estuvo a punto de pasar) la última vez, no le habían vuelto a dar ganas de hacerle una visita a su amigo. El suceso, a pesar de que había pasado ya mucho tiempo, era reciente para ella.

Anne aun podía sentir todas y cada una de las sensaciones que se apoderaron de su cuerpo cuando había visto los ojos de Luke. Cuando había tocado y besado la suave piel de su estomago para curarlo… Se abanicó con más ánimo. Que Dios la ayudase. Ella era una mujer casada y no podía estar pensando ni deseando esas cosas.

Algo aturdida por el rumbo que habían tomado sus pensamientos, se puso de pie y se dirigió a la salida del salón de reuniones. Era de noche pero aun era temprano, por lo que decidió dar un paseo por el jardín.

El jardín del Castillo del Este era realmente hermoso, con sus altos flamboyanes que cubrían el verde pasto con sus rojizas hojas. Su sinfín de coloridas y variadas flores y los pequeños y laberínticos diseños que los jardineros se esforzaban en crear con las plantas mas bajas; al final, todos los caminos terminaban en el mismo lugar: el pequeño lago que había en el centro. De día, era un deleite para la vista el poder apreciarlo. De noche, bajo la brillante y plateada luz de la luna, era un lugar realmente mágico.

Anne lo había visto muchas veces antes, pero aún así no se cansaba de pasear entre los árboles, de tumbarse sobre la hierba y disfrutar de la vista y del delicioso aroma que inundaba el aire. Realmente le gustaba ese castillo. Y lo peor era que anhelaba poder vivir en él.

Caminó por el pequeño sendero bordeado por coloridas flores rumbo a la zona en la que estaban los bancos de piedra. Estaba en una zona alejada de la casa, pero no le importaba. Quería algo de privacidad. Quería estar lejos de las curiosas miradas que le daban los demás. Necesitaba ese momento de paz para poner sus ideas y sentimientos en orden antes de volver a estar cerca de su esposo.

Inmediatamente llegó se descalzó y dejó las zapatillas y el abanico sobre uno de los bancos y puso a caminar sobre el mullido césped. El viento acariciaba su piel y agitaba su largo cabello rojo y la suave tela de su vestido blanco. Se sentía como una caricia, calida, deseada, agradable…

—Anne.

Escuchó que la llamaban y no tuvo que darse la vuelta para saber quien era. Podía estar en medio de un gentío y aun así reconocería su voz. Su corazón se aceleró, como era de esperarse. Él causaba ese efecto en ella con sólo decir su nombre, con sólo dirigirle una tímida mirada.

Anne se dio la vuelta y lo vio acercarse a ella, vestido completamente de negro, confundiéndose con las sombras de los árboles que estaban detrás de él pero reluciendo con aquella extraña luz que parecía emanar de él. Era tan hermoso. Era como un ángel.

—Hola— lo saludó tímidamente.

— ¿Qué haces aquí tan tarde?

—Se me antojó dar un paseo por tu jardín. Realmente adoro este lugar.

—Si, yo también lo hago. — Se acercó hasta que quedó a su lado— Es hermoso y parece como si toda la magia de este lugar saliera de él.

Él no la miraba, estaba demasiado concentrado en admirar la belleza del jardín. Ella, en cambio, estaba concentrada en su perfil, en los reflejos que la luz de la luna producía en su cabello dorado.

De repente, él dejó de mirar el paisaje y centró sus clarísimos ojos grises en ella.

— ¿Por qué te fuiste de esa forma la otra vez, Anne?— algo en su tono de voz le dijo a Anne que estaba realmente dolido por ese hecho. Y a ella no le gustaba la idea de hacerlo sufrir, no podía soportar siquiera pensarlo.

—Tenía que hacerlo. Era… lo correcto. — ella no reconoció la voz que salió de sus labios.

—Pero, ¿por qué?

Oh, era tan inocente. Cualquier otra persona hubiese sido capaz de comprender perfectamente el motivo de su huida. Pero Luke, cuando se trataba de cosas relacionadas con él, podía ser muy ingenuo. Él no era conciente de los estragos que provocaba en todas las mujeres que lo rodeaban. No era conciente en lo difícil que se le hacia a Anne estar separada de él, el no poder tocarlo. Dios, si lo supiera, no estuviera preguntando esas cosas.

— ¿Por qué, Anne? — volvió a preguntar, pero esta vez le acarició el rostro suavemente con la mano derecha.

A Anne se le olvidó que tenía que seguir respirando. Se le olvidó que no podía permitir que él hiciera eso, que no podía estar tan cerca de él. Todo su cuerpo ardió gracias a su toque. Todo su cuerpo ardió de deseo porque sus manos abandonaran su rostro y recorrieran cada una de sus curvas. Porque sus labios dejaran de hacer tontas preguntas y se posaran sobre sus ansiosos labios.

Lo agarró por el cuello de la chaqueta con fuerza y lo atrajo hacia su cuerpo, rodeándole el cuello con los brazos. Él se sorprendió por el gesto pero no hizo nada para impedirlo. Al contrario. Rodeó el cuerpo de Anne con sus brazos, pegándola al suyo. Anne suspiró, encantada. Hacia tanto tiempo que había deseado hacer eso.

—Eres una mujer peligrosa, Anne.

Ella levantó el rostro para poder mirarlo a los ojos.

— ¿Por qué lo dices?

—Porque eres la única persona capaz de hacerme flaquear. La única que es capaz de hacerme romper las reglas.

Ella sonrió, realmente encantada y complacida. Saber que tenía ese poder sobre él era gratificante. Lastima que no pudiese hacer uso de el.

— ¿Romperías cualquier regla por mi, Luke?— su pregunta pudo haber sido tomada como algo inocente, sólo como una pregunta. Y Luke era lo suficientemente ingenuo como para no darse cuenta de las segundas intenciones que se escurrieron junto a sus palabras.

—Sí— le aseguró.

Ella no necesitó escuchar nada más. Lo agarró por el cuello y lo atrajo hacia sí para besarlo con toda esa desaforada y caliente pasión que la consumía. Él le correspondió, como era de esperarse. Como Luke había dicho, era débil en los brazos de Anne, era como un juguete a merced de un niño. Y no le molestaba. Para nada.

Anne se olvidó de las reglas, de sus deberes como futura reina, de su sufrimiento pero, sobre todo, se olvidó de su esposo. Estaba cansada de reprimirse las ganas de hacer lo que deseaba, de ser una esposa abnegada, de estar separada de sus seres queridos. Y quizás por eso se dejó llevar y besó a Luke. Quizás por eso estaba siéndole infiel a su esposo (¿acaso no le era infiel con el pensamiento desde hace tiempo?).

Se pegó mas a él, estrechándolo entre sus brazos. No quería separarse de él nunca más pero sabía que, por más que lo deseara, ese deseo no iba a hacerse realidad. Luke no era para ella, punto, y tenía que resignarse ante ese hecho.

Cuando el beso terminó, ella escondió el rostro en su pecho ya que no quería que viese la triste expresión de su rostro y las lágrimas que inundaban sus ojos. No quería que él se diese cuenta de que sufría por él. No quería que supiese que lo que sentía era más que simple atracción física.

—Lo-lo siento… no debí hacer eso— le dijo, cuando estuvo mas tranquila. — Ya no puedo darme el lujo de andar haciendo este tipo de cosas, ¿verdad? Ahora soy una mujer felizmente casada.

Levantó el rostro para mirarlo a los ojos y la seriedad que vio en su rostro le dolió. Se separó de él con lentitud, sintiéndose débil de pronto y caminó hacia el banco donde había dejado sus cosas. Se sentó, se puso sus zapatillas, tomó el abanico y se encaminó hacia el castillo; todo eso sin siquiera dirigirle una mirada.

Ni siquiera se despidió de él. Nunca había podido decirle adiós en el pasado, ¿cómo iba a poder hacer eso ahora? Sólo se limitó a caminar, a poner cientos de pasos de distancia entre ellos. Sólo se concentró en no llorar y en poner una expresión serena para cuando llegara al castillo y se encontrara con los demás.

Sólo se limito a pensar en que, sí Luke la odiase y no correspondiese a sus gestos, todo sería más fácil.
2 Responses
  1. ¡ Hola ! Me encanta como escribes!! En serio, está genial el blog ^^ me encantan los fics, asi que me pasaré más por aquí ^^ un saludo!


  2. HHoola!!!! tienes un premio en mi blog ^^


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