Fandom: Entre el amor y el odio
Claim: ArielxJessica
Título: Encuentro Inesperado
Palabras: 1768
Advertencias: Incesto
Notas: No es la primera vez que escribo sobre estos dos como pareja, pero si es la primera vez que publico uno de mis drabbles incestuosos. Y la verdad es que no tenía en mente escribir cosas así, porque hace mucho que no escribo incesto y porque la primera vez que lo hice (fue en mi primera historia original, ya se pueden imaginar) mis lectoras se volvieron locas y no querían que mis personajes fuesen hermanos para que pudieran quedar juntos XD. Soy una escritora complaciente a veces, lo admito. Btw, espero que les guste. Besos.
Sabía que estaba mal pero aun así no podía dejar de sentir todo eso que sentía por ella. Sabia que desear a Jessica era un pecado, algo por lo que de seguro iría al infierno, pero decirle a su corazón que dejara de quererla era como decirle a sus pulmones que dejaran de respirar y se dedicaran a hacer el trabajo de su alocado corazón. No. No había forma de sacarse a Jessica de la cabeza y tampoco había forma de sentirse mejor por ello.
Jessica era prohibida y no solo porque era su hermana sino también porque estaba loca y perdidamente enamorada de él y porque era la prometida de su mejor amigo. Y él no era más que su hermano mayor. Una de las personas que ella más quería en el mundo, según le había dicho. Nada más. Y el no quería conformarse con su cariño de hermano. Él quería más. Quería que ella lo desease y lo quisiese de la misma mortificante y dolorosa forma en la que él la quería y la deseaba a ella. Quería que corriera a sus brazos en vez de ir a los de Lucas. Quería que soñara con él y que fuese a él a quien besara y no a Lucas. Quería ser el centro de su mundo y no Lucas.
Dios, se sentía tan sucio. Tan miserable. Se sentía como la peor persona del mundo por querer que su hermanita se convirtiera en una pecadora como él. Por amar a la única persona que tenia prohibido amar. Por ser un depravado que se imaginaba los gestos de cariño que le dedicaba su hermana como caricias de amante. Por pensar que Jessica lo quería de la misma endemoniada manera en la que él la quería a ella. Y por tergiversar lo que veía en los oscuros ojos de ella. Porque era precisamente eso que veía en los ojos de su hermana lo que lo incitaba a pensar que ella sentía por él mas que cariño de hermanos. Pero él tenía más que claro que Jessica a quien amaba era a Lucas, así que todo estaba en su cabeza.
Sacudió la cabeza para despejar todos esos oscuros pensamientos que la invadían y se miró por última vez en el espejo. Se había esmerado en arreglarse aunque no entendía muy bien por qué. Y no era que necesitase dedicarle mucho tiempo a su imagen. Él era un hombre apuesto, demasiado apuesto y carismático el cual con su sola presencia hacia que las recatadas damas de sociedad dejasen de hacer lo que hacían solo para mirarlo. Todas excepto Jessica, que solo tenia ojos para su prometido.
Cuando estuvo listo, salió de la habitación y desfiló por el pasillo rumbo a las enormes escaleras dobles del hall, bajo la atenta mirada de las empleadas que aun a esas horas estaban ocupadas arreglando cosas que no necesitaban ser arregladas. Y todo era porque su madre, como siempre, estaba dando una fiesta y todo en la casa debía estar en perfecto estado. “Reluciente”, como había dicho Jocelyn en la mañana.
Y, como era de esperarse, él tenia que asistir a aquella fiesta llena de gente insoportable y pedante y fingir que todo estaba bien aunque por dentro se estuviese cayendo a pedazos. Su madre nunca le perdonaría un desplante. Además, si faltaba, Jocelyn empezaría a pensar que algo le pasaba y eso a él no le convenía.
¿Y donde estaba Jessica en esos momentos? De seguro estaría pasándosela de maravilla con su prometido en algún lugar de San Marcos, a donde habían ido en la mañana. De seguro, en esos momentos, estaban tomados de la mano mientras paseaban por el pueblo; o quizás habían ido a las inmediaciones del lago y estaban mirando el cielo nocturno reflejado en las frías aguas, mientras él la abrazaba y le decía cosas al oído. De solo pensarlo, se le revolvió el estomago.
Pero, por suerte, la sensación no le duró mucho porque vio, desde la parte más alta de una de las escaleras, como su hermana entraba apresuradamente a la casa. Miró hacia arriba como si hubiese sentido la presencia de Ariel y sonrió con lo que a él le pareció alivio. Se puso un dedo en los labios en señal de que hiciera silencio y subió rápidamente la escalera agarrando el ruedo de la larga falda para no caerse.
Aunque ella no le hubiese hecho señas para que se quedara callado él no iba a hablar. Su hermana se veía tan hermosa con ese vestido rojo que le dejó sin aliento y con el pulso acelerado. Y las sensaciones crecieron aun más cuando se le acercó y le tocó el rostro con sus delicadas y calidas manos y le miró con sus oscuros ojos llenos de eso que él confundía con amor. No con amor de hermanos, por supuesto. Y él no pudo evitar mover la cabeza para apoyar la cabeza en su mano. Como tampoco pudo evitar cerrar los ojos y esbozar una pequeña sonrisa cuando Jessica empezó a recorrer su rostro con la punta de sus dedos de su mano libre.
Ni siquiera había que mencionar que estaba haciendo esfuerzos sobrehumanos para no ponerla entre una de las paredes y su cuerpo y besarla como si no hubiese mañana. Para no rodearle la estrecha cintura envuelta en ese apretado corsé que ella solía usar y no soltarla nunca. Para no decirle lo hermosa que se veía y que ella se diera cuenta de que sus palabras sonaban llenas de aquella desaforada pasión que lo consumía.
Jessica dejó de acariciarle el rostro y llevó una de sus manos hacia el alborotado cabello castaño de su hermano y se puso a jugar con él mientras la otra se posaba en su pecho, justo encima de su corazón. Sonrió al sentir los alocados latidos por encima de la ropa y Ariel no pudo evitar preguntarse qué era lo que estaba pasando por su cabeza en esos momentos. Por qué ella le hacia todo eso. Por qué lo tentaba de esa forma. Él no podía saberlo porque ya no la miraba a los ojos porque los mantenía fuertemente cerrados. No quería ver aquellos sentimientos que lo confundían tanto y que, de seguro, lo impulsaría a hacer algo de lo que pudiese arrepentirse el resto de su vida.
Pero Jessica, con un tono de voz tan excitante y sensual que fue como un duro golpe para su resquebrajada coraza, le pidió que abriera los ojos y la mirara. Así lo hizo, porque en su sistema no estaba la opción de negarle algo su hermana.
—Te ves guapísimo, Ariel— le dijo, con una sonrisita picara en los labios, como si le estuviese coqueteando— Y me encanta saber que he sido la única que te ha visto así esta noche.
Y a él le encantaba que ella se sintiese así. Le hacia sentir demasiado bien el hecho de que su hermana quisiese ser la única que lo viera cada día. Esbozó una pequeña sonrisa y rodeó la cintura de su hermana, aun temiendo lo que pudiera hacerle. Mucho más estando en público. Pero, de seguro, nadie pensaría mal de ellos dos. Eran hermanos después de todo, y siempre se habían mostrado muy cariñosos delante de todo el mundo.
—No has sido la única, Jessica. Las empleadas se te adelantaron, lo cual nos hace estar a la par. — Le puso un mechón de cabello detrás de la oreja y prosiguió hablando (con una calma que estaba muy lejos de sentir) para aclarar la duda que se había pintado en el rostro de Jessica— Lucas ha sido el primero en verte. Ha sido el primero en tener el privilegio de ver lo hermosa que estas hoy, princesa.
Alguien debió de haberle advertido que Jessica iba a reaccionar así cuando hubiese escuchado sus palabras. Alguien debió de haberle advertido que su hermana iba a ponerse de puntitas y que iba a posar sus rojos labios sobre los suyos en un beso que jamás debió haberse dado. Alguien debió haberle dicho a Jessica que eso no estaba bien, que jugar con los sentimientos de la gente no era algo bueno, ni que tentar a un hombre enamorado lo era. Porque él estaba enamorado de ella, y al parecer, ella lo sabía. Oh, Dios, claro que lo sabía. Por eso era que le hacia todas esas cosas. Lo estaba tentando. Lo estaba obligando a perder la cordura.
—Pero tú eres el único que se ha dado cuenta de ello, Ariel. Así que el hecho de que Lucas me haya visto primero, no significa nada para mí.
Y luego se alejó de él, tan rápido como había llegado, y se encaminó hacia su habitación, dejando a Ariel en medio del pasillo sintiéndose como la peor persona del mundo. Él se llevó los dedos a la boca y pensó en lo que había pasado mientras descendía las escaleras. Su hermana lo había besado en los labios, sí, pero eso no significaba nada. Ese había sido solo uno de sus tantos gestos de cariño y no tenía porque significar que sus sentimientos por él habían cambiado.
Jessica no lo quería de esa forma. Jessica a quien quería era a Lucas, se repetía una y mil veces en la cabeza para tratar de calmarse y no presentarse ante su madre como un completo desgraciado.
Esbozó su mejor sonrisa y se encaminó hacia la puerta de entrada por la cual entraban los Port. Una de las mujeres de la casa, la mas joven y bonita, se acercó rápidamente a él y lo tomó por el brazo como si él fuese de su propiedad. Él no se quejó mientras era prácticamente arrastrado al salón por la inquieta jovencita. Solo se dedicó a mirar hacia las escaleras, esperando que su hermana no lo viera con aquella chica. Y lamentablemente fue así. Jessica estaba apoyada en la balaustrada, mirándolo con lo que él creyó que eran celos y reproche. Dolor y frustración.
Y cuando estuvo segura de que él la había visto, se dio la vuelta, indignada, y se dirigió hacia su habitación. Y gracias a todo esto, Ariel pudo darse cuenta de algo que, por muy extraño que fuese le hizo sentir mejor: su hermana estaba celosa. Jessica había sentido celos de la menor de los Port. Pero de todas formas, eso no significaba un gran cambio en su relación. Jessica seguía sin amarlo, y él seguía amándola más que a su propia vida. Y eso, lamentablemente, esa chica que lo arrastraba y quería exhibirlo delante de todos en la fiesta, no podía cambiarlo.
Claim: ArielxJessica
Título: Encuentro Inesperado
Palabras: 1768
Advertencias: Incesto
Notas: No es la primera vez que escribo sobre estos dos como pareja, pero si es la primera vez que publico uno de mis drabbles incestuosos. Y la verdad es que no tenía en mente escribir cosas así, porque hace mucho que no escribo incesto y porque la primera vez que lo hice (fue en mi primera historia original, ya se pueden imaginar) mis lectoras se volvieron locas y no querían que mis personajes fuesen hermanos para que pudieran quedar juntos XD. Soy una escritora complaciente a veces, lo admito. Btw, espero que les guste. Besos.
Sabía que estaba mal pero aun así no podía dejar de sentir todo eso que sentía por ella. Sabia que desear a Jessica era un pecado, algo por lo que de seguro iría al infierno, pero decirle a su corazón que dejara de quererla era como decirle a sus pulmones que dejaran de respirar y se dedicaran a hacer el trabajo de su alocado corazón. No. No había forma de sacarse a Jessica de la cabeza y tampoco había forma de sentirse mejor por ello.
Jessica era prohibida y no solo porque era su hermana sino también porque estaba loca y perdidamente enamorada de él y porque era la prometida de su mejor amigo. Y él no era más que su hermano mayor. Una de las personas que ella más quería en el mundo, según le había dicho. Nada más. Y el no quería conformarse con su cariño de hermano. Él quería más. Quería que ella lo desease y lo quisiese de la misma mortificante y dolorosa forma en la que él la quería y la deseaba a ella. Quería que corriera a sus brazos en vez de ir a los de Lucas. Quería que soñara con él y que fuese a él a quien besara y no a Lucas. Quería ser el centro de su mundo y no Lucas.
Dios, se sentía tan sucio. Tan miserable. Se sentía como la peor persona del mundo por querer que su hermanita se convirtiera en una pecadora como él. Por amar a la única persona que tenia prohibido amar. Por ser un depravado que se imaginaba los gestos de cariño que le dedicaba su hermana como caricias de amante. Por pensar que Jessica lo quería de la misma endemoniada manera en la que él la quería a ella. Y por tergiversar lo que veía en los oscuros ojos de ella. Porque era precisamente eso que veía en los ojos de su hermana lo que lo incitaba a pensar que ella sentía por él mas que cariño de hermanos. Pero él tenía más que claro que Jessica a quien amaba era a Lucas, así que todo estaba en su cabeza.
Sacudió la cabeza para despejar todos esos oscuros pensamientos que la invadían y se miró por última vez en el espejo. Se había esmerado en arreglarse aunque no entendía muy bien por qué. Y no era que necesitase dedicarle mucho tiempo a su imagen. Él era un hombre apuesto, demasiado apuesto y carismático el cual con su sola presencia hacia que las recatadas damas de sociedad dejasen de hacer lo que hacían solo para mirarlo. Todas excepto Jessica, que solo tenia ojos para su prometido.
Cuando estuvo listo, salió de la habitación y desfiló por el pasillo rumbo a las enormes escaleras dobles del hall, bajo la atenta mirada de las empleadas que aun a esas horas estaban ocupadas arreglando cosas que no necesitaban ser arregladas. Y todo era porque su madre, como siempre, estaba dando una fiesta y todo en la casa debía estar en perfecto estado. “Reluciente”, como había dicho Jocelyn en la mañana.
Y, como era de esperarse, él tenia que asistir a aquella fiesta llena de gente insoportable y pedante y fingir que todo estaba bien aunque por dentro se estuviese cayendo a pedazos. Su madre nunca le perdonaría un desplante. Además, si faltaba, Jocelyn empezaría a pensar que algo le pasaba y eso a él no le convenía.
¿Y donde estaba Jessica en esos momentos? De seguro estaría pasándosela de maravilla con su prometido en algún lugar de San Marcos, a donde habían ido en la mañana. De seguro, en esos momentos, estaban tomados de la mano mientras paseaban por el pueblo; o quizás habían ido a las inmediaciones del lago y estaban mirando el cielo nocturno reflejado en las frías aguas, mientras él la abrazaba y le decía cosas al oído. De solo pensarlo, se le revolvió el estomago.
Pero, por suerte, la sensación no le duró mucho porque vio, desde la parte más alta de una de las escaleras, como su hermana entraba apresuradamente a la casa. Miró hacia arriba como si hubiese sentido la presencia de Ariel y sonrió con lo que a él le pareció alivio. Se puso un dedo en los labios en señal de que hiciera silencio y subió rápidamente la escalera agarrando el ruedo de la larga falda para no caerse.
Aunque ella no le hubiese hecho señas para que se quedara callado él no iba a hablar. Su hermana se veía tan hermosa con ese vestido rojo que le dejó sin aliento y con el pulso acelerado. Y las sensaciones crecieron aun más cuando se le acercó y le tocó el rostro con sus delicadas y calidas manos y le miró con sus oscuros ojos llenos de eso que él confundía con amor. No con amor de hermanos, por supuesto. Y él no pudo evitar mover la cabeza para apoyar la cabeza en su mano. Como tampoco pudo evitar cerrar los ojos y esbozar una pequeña sonrisa cuando Jessica empezó a recorrer su rostro con la punta de sus dedos de su mano libre.
Ni siquiera había que mencionar que estaba haciendo esfuerzos sobrehumanos para no ponerla entre una de las paredes y su cuerpo y besarla como si no hubiese mañana. Para no rodearle la estrecha cintura envuelta en ese apretado corsé que ella solía usar y no soltarla nunca. Para no decirle lo hermosa que se veía y que ella se diera cuenta de que sus palabras sonaban llenas de aquella desaforada pasión que lo consumía.
Jessica dejó de acariciarle el rostro y llevó una de sus manos hacia el alborotado cabello castaño de su hermano y se puso a jugar con él mientras la otra se posaba en su pecho, justo encima de su corazón. Sonrió al sentir los alocados latidos por encima de la ropa y Ariel no pudo evitar preguntarse qué era lo que estaba pasando por su cabeza en esos momentos. Por qué ella le hacia todo eso. Por qué lo tentaba de esa forma. Él no podía saberlo porque ya no la miraba a los ojos porque los mantenía fuertemente cerrados. No quería ver aquellos sentimientos que lo confundían tanto y que, de seguro, lo impulsaría a hacer algo de lo que pudiese arrepentirse el resto de su vida.
Pero Jessica, con un tono de voz tan excitante y sensual que fue como un duro golpe para su resquebrajada coraza, le pidió que abriera los ojos y la mirara. Así lo hizo, porque en su sistema no estaba la opción de negarle algo su hermana.
—Te ves guapísimo, Ariel— le dijo, con una sonrisita picara en los labios, como si le estuviese coqueteando— Y me encanta saber que he sido la única que te ha visto así esta noche.
Y a él le encantaba que ella se sintiese así. Le hacia sentir demasiado bien el hecho de que su hermana quisiese ser la única que lo viera cada día. Esbozó una pequeña sonrisa y rodeó la cintura de su hermana, aun temiendo lo que pudiera hacerle. Mucho más estando en público. Pero, de seguro, nadie pensaría mal de ellos dos. Eran hermanos después de todo, y siempre se habían mostrado muy cariñosos delante de todo el mundo.
—No has sido la única, Jessica. Las empleadas se te adelantaron, lo cual nos hace estar a la par. — Le puso un mechón de cabello detrás de la oreja y prosiguió hablando (con una calma que estaba muy lejos de sentir) para aclarar la duda que se había pintado en el rostro de Jessica— Lucas ha sido el primero en verte. Ha sido el primero en tener el privilegio de ver lo hermosa que estas hoy, princesa.
Alguien debió de haberle advertido que Jessica iba a reaccionar así cuando hubiese escuchado sus palabras. Alguien debió de haberle advertido que su hermana iba a ponerse de puntitas y que iba a posar sus rojos labios sobre los suyos en un beso que jamás debió haberse dado. Alguien debió haberle dicho a Jessica que eso no estaba bien, que jugar con los sentimientos de la gente no era algo bueno, ni que tentar a un hombre enamorado lo era. Porque él estaba enamorado de ella, y al parecer, ella lo sabía. Oh, Dios, claro que lo sabía. Por eso era que le hacia todas esas cosas. Lo estaba tentando. Lo estaba obligando a perder la cordura.
—Pero tú eres el único que se ha dado cuenta de ello, Ariel. Así que el hecho de que Lucas me haya visto primero, no significa nada para mí.
Y luego se alejó de él, tan rápido como había llegado, y se encaminó hacia su habitación, dejando a Ariel en medio del pasillo sintiéndose como la peor persona del mundo. Él se llevó los dedos a la boca y pensó en lo que había pasado mientras descendía las escaleras. Su hermana lo había besado en los labios, sí, pero eso no significaba nada. Ese había sido solo uno de sus tantos gestos de cariño y no tenía porque significar que sus sentimientos por él habían cambiado.
Jessica no lo quería de esa forma. Jessica a quien quería era a Lucas, se repetía una y mil veces en la cabeza para tratar de calmarse y no presentarse ante su madre como un completo desgraciado.
Esbozó su mejor sonrisa y se encaminó hacia la puerta de entrada por la cual entraban los Port. Una de las mujeres de la casa, la mas joven y bonita, se acercó rápidamente a él y lo tomó por el brazo como si él fuese de su propiedad. Él no se quejó mientras era prácticamente arrastrado al salón por la inquieta jovencita. Solo se dedicó a mirar hacia las escaleras, esperando que su hermana no lo viera con aquella chica. Y lamentablemente fue así. Jessica estaba apoyada en la balaustrada, mirándolo con lo que él creyó que eran celos y reproche. Dolor y frustración.
Y cuando estuvo segura de que él la había visto, se dio la vuelta, indignada, y se dirigió hacia su habitación. Y gracias a todo esto, Ariel pudo darse cuenta de algo que, por muy extraño que fuese le hizo sentir mejor: su hermana estaba celosa. Jessica había sentido celos de la menor de los Port. Pero de todas formas, eso no significaba un gran cambio en su relación. Jessica seguía sin amarlo, y él seguía amándola más que a su propia vida. Y eso, lamentablemente, esa chica que lo arrastraba y quería exhibirlo delante de todos en la fiesta, no podía cambiarlo.
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