La Premonición
Fandom: La Premonición
Claim:Anne, Luke, Adrian, Juliette.
Título: De vuelta a casa
Palabras:1514
Resumen: Anne se siente incomoda a pesar de estar en su casa. Anne piensa que todo fue real pero ellos le dicen que no. ¿Quién se equivoca?
Notas: Como en el epilogo de la historia solo hice una ligera mención e este personaje y necesitaba mencionarlo algunas veces, decidí darle “participación” en la historia. Así que, gente, aquí está Juliette. Juliette, aquí está la gente XD.
Espero que les guste. Besos.


Ya habían pasado tres semanas desde que había vuelto a casa y aun no lograba sentirse cómoda. Y no era la misma incomodidad que había sentido las primeras semanas que estuvo en el Hellaven. No. Aquí, en su hogar, se sentía como una completa extraña. Una intrusa. Fuera de lugar. Se sentía como se sentiría un payaso en un entierro. Y ese no era un tema del cual pudiera hablar con alguien. ¿Cómo podía decirle a su familia que había estado en un mundo paralelo por más de un año sin que pensaran que era una broma o que había perdido la cordura?

Si hubiese estado perdida durante ese periodo de tiempo hubiese sido posible que le creyeran pero como, según Juliette —su mejor amiga—, no habían pasado ni cinco minutos desde que había salido corriendo como una completa desquiciada de la fiesta hasta que la había encontrado, era imposible que tomaran en cuenta sus palabras.
Pero también lo que había pasado la había dejado inquieta y dudando de su propia cordura. Es que era impensable que una persona se escapase de las garras de la muerte dos veces. Dos veces. Se suponía que para esas fechas ella debía estar muerta pero no, ahí estaba, sentada en uno de los bancos de piedra del parque, dudando de sus propias palabras y sentimientos.

¿Y si todo eso que ella había “vivido” no era mas que un sueño? ¿Y si el Hellaven y todo lo que allí había no era mas que el fruto de su anhelante imaginación que la hacían ver cosas donde no las había? ¿Y si…? Dios, ya se estaba volviendo loca.

—Anne, ¿Qué te pasa?—le preguntó Juliette mientras se recogía el largo cabello rubio teñido en una coleta alta— Estás actuando raro desde la noche de la fiesta. Hoy más que nunca.

Anne suspiró profundamente y luego giró la cabeza para mirar a su amiga. Le dedicó una sonrisa nerviosa que la hizo ver más rara de lo que ya estaba.

—Creo que me estoy volviendo loca, Jul. Yo… ah…no se como explicarte lo que me pasa.

— ¿Tiene que ver con tu rompimiento con Solomon?

Juliette, al igual que todos sus conocidos, se había sorprendido a sobremanera cuando Anne rompió con “su amor de toda la vida”. Ellos habían estado tan bien, su relación iba viento en popa, incluso habían empezado a hablar de compromiso, boda e hijos y de repente Anne decide romper con él. Y ese era solo el primer eslabón de la larga cadena de cosas raras que había estado haciendo Anne desde aquella noche: la noche de la fiesta.

—Mas o menos. Yo…no puedo. No puedo hablar de lo que pasó esa noche.

—Anne, esa noche no pasó nada. Tú saliste de la fiesta sin ninguna razón aparente y yo salí detrás de ti. Nada más.

Le dijo como si ella fuese una niña pequeña a la cual hay que explicarle las cosas con mucha calma para que las entienda.

— ¿Y que pasó con el chico? Aquel chico que entró a la fiesta y por el cual te volviste loca.

Necesitaba que su amiga le dijese que no lo había imaginado. Necesitaba saber que Adrian existía o se iba a volver loca. Juliette la miró, confundida, pero segundos después recordó a quien se refería su amiga. Sonrió con picardía.

—Era todo un bombón, ¿verdad?—Anne asintió y se sonrojó— la verdad es que no se que pasó con él. Recuerda que salí detrás de ti y por eso le perdí el rastro. Y cuando volví al salón por nuestros bolsos él ya no estaba. —Juliette hizo una pausa esperando que su amiga le dijera algo. Pero como se quedó callada, ella siguió hablando— ¿Por qué lo mencionaste, Anne? ¿Es que acaso lo conoces de algún lado?

—Yo…ah… mas o menos. Dios, esto es tan confuso. Ya ni siquiera se que es real y que es un invento.

—Yo te puedo asegurar que ese chico era real. Muy real— dijo acentuando al palabra “muy”— Aunque hay que admitir que parecía un poquito irreal también— sonrió— Ya sabes, por todo ese de que era tan exageradamente guapo. Pero dime, ¿de donde lo conoces? Porque por tu cara se que lo has visto en otro lado…

Anne no le respondió. Se puso de pie rápidamente y salió corriendo tal cual lo había hecho la noche de la fiesta, dejando a su amiga con la palabra en la boca. La única diferencia entre esta “huida” y la otra, era que Anne no parecía asustada sino mas bien ilusionada, esperanzada. Era como si hubiese visto algo que le había gustado pero dudaba de que fuese real.

Juliette tomó los bolsos y salió corriendo detrás de ella preguntándose qué demonios le pasaba a su amiga. Porque era obvio que algo le pasaba. “Quizás se había dado un golpe en la cabeza y por eso estaba actuando tan extraño”, pensó Juliette.

Cuando llegó a donde estaba su amiga y la vio con los dos hombres más hermosos e impresionantes que ella hubiese visto en su vida (y eso, que había visto muchos), toda ella se sintió desfallecer. Sintió como el agarre que ejercía sobre los bolsos se aflojaba y como estos se deslizaban de entre sus dedos hacia el suelo. Y sintió sus piernas como si fueran de gelatina al ver como uno de ellos —el que iba vestido completamente de blanco, resaltando su cabello oscuro— se acercaba a una sorprendida Anne y la besaba en los labios, después de que el otro —un rubio impresionante, completamente vestido de negro— la hubiese abrazado como si hubiesen tenido siglos sin verse.

—Anne— la llamó, y cuando los ojos grises y azules de los hombres se posaron en ella sintió que le faltaba el aire. Y en medio de todo su caos interno, se dio cuenta de que el que había besado a Anne era el mismo que había ido a la fiesta, y por el cual Anne había salido corriendo. Igual que ahora. ¿Casualidad, coincidencia o ambas cosas?

Anne se acercó rápidamente a su amiga (la cual estaba arrodillada en el suelo del parque), mirando por encima de su hombro de vez en cuando, como asegurándose de que los dos hombres estuvieran ahí, y tomó su bolso.

—Anne, ¿Quiénes… quienes son ellos?

Volvió a mirar hacia atrás y luego le dijo con una enorme sonrisa en el rostro:

—Son mi vida, Jul. Son todo lo que necesito para ser feliz. ¿Lo entiendes, verdad?

— ¿Por ellos terminaste con Solomon?—parecía alarmada mas por el hecho de que hubiese dejado a su amigo de toda la vida que por el hecho de que lo hubiese hecho por dos hombres. Dos completos desconocidos, a su parecer.

—Sí— aseguró.

Juliette iba a refutar. De seguro iba a empezar a hablar sobre lo maravilloso que era Solomon, pero Anne se lo impidió con un movimiento de su mano.

—Me voy a ir con ellos, Jul. Necesito irme con ellos— abrazó a su sorprendida y confusa amiga y le dio un beso en la mejilla— Dile a mis padres que estaré bien y que los quiero mucho. Trataré de venir a verlos pronto, pero si no lo hago, diles que… diles que nunca me olvidaré de ellos. Tampoco me olvidaré de ti, linda. Recuérdalo.

Cuando se iba a poner de pie, Juliette la agarró por los hombros y la zarandeó, buscando de esa forma que su amiga recuperara el sentido común.

—Anne, por Dios, ¿te estas escuchando? Estas hablando de irte de tu casa. Dejar tu carrera por dos tipos que no conoces…

—Los conozco. Los conozco más que a mi misma— le respondido muy segura de sus palabras, cosa que alarmó a Juliette.

— ¡Mentira! Al de blanco lo viste hace tres semanas en la fiesta. En tres semanas no se puede conocer a alguien tan bien, Anne… ¿Por qué…por que me das esto?
Anne había rebuscado en su bolso hasta encontrar un llavero con una única llavecita plateada. Se lo había puesto en la palma de la mano y le había cerrado los dedos sobre ella, como en un puño, y había dejado su mano sobre la de ella.

—En la mesita de noche de la derecha, en la gaveta de abajo, está mi diario. Léelo. Allí encontraras las respuestas a todas tus preguntas.

Y dicho esto abrazó fuertemente a su amiga y salió corriendo rumbo a los dos hombres. Se colocó en el medio de ambos y le tomó una mano a cada uno. Mientras caminaba con ellos rumbo a algún lugar en el cual pudieran desaparecerse o hacer lo que sea que ellos habían hecho para llegar hasta ese lado de la puerta. Miró por encima de su hombro una sola vez. Le dolía despedirse de su amiga y la idea de no volver a verla la carcomía por dentro, pero era lo mejor. Aunque quisiera, Anne no podría llevarla al Hellaven. Ese no era el lugar de Juliette, pero en cambio sí era el de Anne. Porque su lugar estaba en donde Luke y Adrian estuvieran.
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